El Patronato Cívico Cultural de Pueblo Libre - PACCPUL, es una asociación civil sin fines de lucro, fundada el 30 de noviembre de 1990, con la finalidad de difundir, proteger, valorar el patrimonio cultural material e inmaterial en el distrito de Pueblo Libre, Lima-Perú. Inscrito en los Registros Públicos, Asiento 1, SUNARP Partida N° 01918362, Ficha 15862 del 14.01.94, SUNAT RUC N° 20184637767.

_______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
_______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

11 de abril de 2010

188º Aniversario de su Creación Política del Distrito de Pueblo Libre. Por: Víctor Reyes Inca

10.04.1822 – 10.04.2010

En los albores de nuestra Independencia, el Libertador don José de San Martín y Matorras, nos bautizó verbalmente un 08 de Julio de 1821 con el nombre de “Pueblo Libre”, en reconocimiento al patriotismo se sus moradores, lo que se oficializó con el Decreto Supremo del 10 de abril de 1822 firmado por el Marqués José Bernardo de Torre Tagle”.



E
l origen de nuestro distrito se remonta al tiempo en que los españoles desplazan a los caciques y población de varias comarcas de Lima al poblado llamado Chacalea, entre estas comarcas están Maranga, Huatica, Lima, Hualá y Amancaes, constituyéndose gracias a la presencia de los padres franciscanos la Doctrina y Reducción de Santa María Magdalena de Chacalea, esto ocurrió aproximadamente en 1549, cuando se comenzó a construir la iglesia de Santa María Magdalena, como se deduce de documentos que constan en el Archivo de la Nación. La fecha del 14 de agosto de 1557 que oficialmente se toma como la fecha de fundación española del distrito, es sólo la fecha de la regularización de la donación hecha varios años atrás por Gonzalo Taulichusco de los terrenos que ocupaban los padres franciscanos. Durante todos los años del Virreinato este pequeño pueblo de no más de 500 almas se le llamó el pueblo de la Magdalena. Por casi 200 años fue un pueblo exclusivamente de indios quechuahablantes cumpliendo su condición de Reducción de Indios, y en el último tercio del Virreinato al cambiar la legislación algunos españoles y criollos les compraron propiedades a los indios y se radicaron en el pueblo.
A fines del siglo XVIII la expedición Malaspina estableció un Observatorio Astronómico en la casa de los padres de la Buena Muerte. En la segunda década del siglo XIX el Virrey don Joaquín de la Pezuela mandó a construir en esta Villa de la Magdalena, su residencia llamada “El Palacio”.
En los albores de nuestra Independencia, el Libertador don José de San Martín y Matorras, nos bautizó verbalmente un 08 de Julio de 1821 con el nombre de “Pueblo Libre”, en reconocimiento al patriotismo se sus moradores, lo que se oficializó con el Decreto Supremo del 10 de abril de 1822 firmado por el Marqués José Bernardo de Torre Tagle.
En 1857, durante el gobierno del Mariscal Ramón Castilla y Marquesado, lo ratifica como Distrito cambiando el nombre de Pueblo Libre por el de Magdalena.
Según Ley Nº 4101 del 10 de Mayo de  1920, en el gobierno de Augusto B. Leguia, nuestro Distrito se dividió en 3 distritos: Magdalena del Mar, San Miguel y Magdalena Vieja. Resultando que el distrito de Pueblo Libre, luego de haber sido un extenso territorio,  se fue reduciendo a través del tiempo.
Por Ley Nº 9162 del 05 de setiembre de 1940, en el gobierno de Manuel Prado Ugarteche, se restablece el nombre de Pueblo Libre que le fue conferido por Decreto Supremo del 10 de abril de 1822.
Los gigantes de América, el generalísimo don José de San Martín y el Libertador don Simón Bolívar, tuvieron como morada y sede de sus supremos gobiernos “El Palacio” hoy Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, de allí  que a nuestro distrito se le conoce como “Villa de los Libertadores”.
En Pueblo Libre también residieron el Mariscal Antonio José de Sucre, el Mariscal José de la Mar y el General José María Córdova, próceres de nuestra Independencia.
Durante la guerra con Chile, Pueblo Libre fue sede del gobierno del Presidente Cautivo  doctor Francisco García Calderón Landa y único lugar de Lima en que durante la ocupación chilena flameó el pabellón nacional. El monumento a García Calderón se encuentra ubicado en la esquina de las avenidas San Martín y General Vivanco, que precisamente el día sábado 3 de abril se llevó a cabo un Homenaje organizado por nuestro Patronato por el 176º Aniversario de su nacimiento.
También debemos recordar, que en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú ubicado en nuestro distrito, se encuentra la tumba del “Padre de la Arqueología Nacional, el doctor Julio C. Tello. Y coincidentemente el día de hoy 11 de Abril se cumple el 130º Aniversario del natalicio de tan ilustre peruano, a cuyo homenaje nos aunamos con verdadera emoción, manifestándoles que el día miércoles 14 a las 09:30 a.m., se realizará una Romería a su tumba, a la cual invitamos a todos ustedes cordialmente a asistir.
Por otro lado, invoco a todos los presentes a conservar permanentemente nuestra historia, valores y tradición, debiendo igualmente permanecer atentos y vigilantes para que no se cometa ningún atropello a su patrimonio histórico, preservando por ejemplo el rico legado que ostenta el Museo Nacional de Arqueología e Historia del Perú en su misma sede, el mismo que en según tenemos conocimiento, en administraciones anteriores, se ha autorizado el traslado a sus lugares de origen. Esperamos que esta política ya no continúe porque a ese paso nos quedaríamos solamente con el local del museo.
Finalmente, el Patronato Cívico Cultural de Pueblo Libre, se suma con verdadera emoción cívica a la celebración de un aniversario más del distrito de Pueblo Libre y extiende los saludos a todos los pueblolibrenses residentes en el Perú y en el mundo y reafirma su compromiso de seguir trabajando por el desarrollo de nuestro distrito. No dudamos entonces que con motivo de esta celebración todos los pueblolibrenses asumirán el compromiso de apoyar decididamente las acciones encaminadas a sacar adelante a nuestro distrito de Pueblo Libre.
Pueblo Libre, domingo 11 de abril del 2010

7 de junio de 2009

RECUERDO: Peruanos celebran el 7 de junio el Día de la Jura de la Bandera


Publicado en Lima, 7/6/2009 (ANDINA).

Hoy no es precisamente el Día de la Bandera, como muchos creen, sino el de la Jura de la Bandera; un acto que por largos años fue reservado solo a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú (PNP) y que, desde hace 28 años, con la inauguración de la Plaza a la Bandera, se realiza conjuntamente con la población civil.
De acuerdo con el coronel Néstor Manuel Navarro Zamora, jefe de la Oficina de Protocolo y Relaciones Públicas del Ministerio de Defensa, no hay norma que prohíba a la civilidad renovar la promesa de fidelidad y reconocimiento a nuestros símbolos patrios. 
“Es más, los padres de familia deben hacerlo con sus hijos desde que estos están pequeños para fortalecer su espíritu patriótico”, refiere. Explica que tal vez con el tiempo la civilidad hizo de esa promesa una práctica exclusivamente de los militares y de las fuerzas del orden, pero que en todo caso nunca fue vetada a los civiles.
Que no nos extrañe entonces que hoy no solo quienes visten uniforme oficial, sino el público en general renueve la promesa de fidelidad frente al monumento erigido en memoria al coronel Francisco Bolognesi, en recuerdo a su épico sacrificio.
Tampoco debe sorprendernos que muy cerca, en la Plaza a la Bandera ubicada en el límite de los distritos de Breña, Cercado de Lima y Pueblo Libre –en una proporción de 17%, 33% y 50%, respectivamente–, vecinos y escolares de nueve distritos, conjuntamente con representantes castrenses, renueven ese juramento ante la inmensa bicolor de 13 metros y medio de largo por nueve de ancho (40 metros de asta), y que pesa 60 kilogramos.


“Nosotros renovamos el juramento todos los años, desde 1981; lamentablemente, el Día de la Bandera, cuya fecha es el 21 de octubre, fue olvidada 160 años y se le volvió a recordar con la inauguración de esta plaza”, recuerda doña Catalina Ciccia de Chávez, presidenta de la Asociación Cívica Peruana de la Plaza a la Bandera, a quien rescatamos especialmente en fechas patrióticas por su especial preocupación para que nuestros símbolos patrios sean empleados correctamente. Ella también es parte del equipo que ha formado el Ministerio de Defensa con ese fin.


Precisiones

A propósito del Día de la Jura de la Bandera –recalcamos, no del Día de la Bandera–, explicamos la diferencia para evitar confusiones. La celebración del 7 de junio se remonta a 1880, fecha en que se gestó en Arica una de las páginas más dignas de la historia del Perú.
Recordemos que después de conocida la derrota en el Alto de la Alianza y de la captura de Tacna (26 de mayo de 1880), los soldados peruanos solo tenían dos posibilidades: retirarse hacia el este (abandonar el puerto más estratégico del sur y dejar definitivamente el sur a Chile) o quedarse a pelear hasta el final.
No olvidemos que nuestros soldados, con el coronel Francisco Bolognesi a la cabeza, optaron por quedarse y ante el pedido de rendición del enemigo decidieron luchar “hasta quemar el último cartucho”. Digno ejemplo de defensa del honor y la integridad del país para las futuras generaciones.
El 21 de octubre, en cambio, se recuerda la institucionalización de nuestra Bandera, luego del hermoso sueño del generalísimo don José de Martín. Un decreto de creación de la Bandera Nacional argumenta su existencia: “Es incompatible con la independencia del Perú la conservación de los símbolos que recuerdan el dilatado tiempo de su opresión”. 
La norma decreta que se adopte por bandera nacional del país una bicolor con un Sol saliendo por detrás de sierras escarpadas que se elevan sobre un mar tranquilo. 

Comisión

Para resolver, justamente, confusiones, confirmar fechas y estandarizar normas que sobre nuestros símbolos patrios existen desde la proclamación de la independencia, el Ministerio de Defensa formó una comisión que precisa detalles a un proyecto de ley que sería presentado en la segunda quincena de este mes. 
“El objetivo es que todos aprendamos la forma correcta de usar nuestros símbolos patrios”, expresa el viceministro de Defensa, Rafael Aita Campodónico.}

“No es posible que nuestra Bandera flamee tocando el piso y que se exhiban cuadros de nuestro Pabellón Nacional con el Escudo con siete en vez de cuatro pompones de laurel; nuestra bicolor tampoco puede estar flameando por tiempo indefinido y menos que se encuentre sucia y/o descosida o a medio caer”, expresa doña Catalina, quien sueña que la Plaza a la Bandera, ubicada a media cuadra de su casa, se convierta en un gran museo donde se exhiba la historia de nuestra Bandera y sea visita obligada de turistas nacionales y extranjeros.

“Espero que los alcaldes, en primer lugar, se comprometan a darle el lugar que se merece a esta plaza y que con una norma única sobre nuestros símbolos patrios todos la hagamos respetar.” 

La comisión la integran el viceministro de Defensa, Rafael Aita; Alberto Herrera Costa, historiador vexilólogo; la capitana Ana Luisa Palacios; y Catalina Ciccia de Chávez, entre otros estudiosos. 


Renovación de promesa

–¿Juráis a Dios 
y prometéis a la Patria seguir constantemente a vuestra Bandera 
y defenderla hasta perder la vida y no abandonar a vuestros superiores? 
–¡Sí, juro! 


14 de diciembre de 2008

NOTA: CONSERVACION Y DEFENSA DEL PATRIMONIO DE PUEBLO LIBRE


En una encuesta hecha el año pasado por alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Perú, entre transeúntes en la denominada Zona Monumental de Pueblo Libre, se encontró que un alto porcentaje de ellos, como el 70%, desconocía que estuvieran caminando por la Zona Monumental. Esta ignorancia es común a muchos de los más de 80,000 habitantes del distrito. Y si los pueblolibrenses ignoran la existencia de su Zona Monumental, con mayor razón lo ignoran los demás habitantes de Lima.
En las celebraciones del Aniversario de Pueblo Libre, se suele recrear un pasado virreinal del Pueblo de la Magdalena, donde se nos pinta un mundo de tapadas y hombres con trajes españoles, calesas  y hombres a caballo. Pero el Pueblo de la Magdalena no fue un pueblo español, sino lo que entonces se llamaba un pueblo de indios o reducción de indios. Ya historiadores como María Rostworowski y Mario Cárdenas  Ayaipoma nos hablan de la Reducción de Santa Maria Magdalena de Chacalea, que según mis investigaciones publicadas en el Boletín “Pueblo Libre al Día”, ya existía en 1549, ocho años antes de su pretendida fundación, esta Reducción de Indios se habría constituido sobre un caserío llamado Chacalea o Chayacala, existente con anterioridad a la invasión española.
Hay que notar lo relevante de saber que el Pueblo de la Magdalena, fue un Pueblo o Reducción de Indios. De acuerdo a la legislación española del virreinato, las Reducciones eran exclusivas para indios, los españoles solo podían permanecer en ellas un máximo de tres días, con penas de cárcel si permanecían unos días más, el Pueblo de la Magdalena, era un pueblo de indios donde no vivían ni españoles ni mestizos, donde se hablaba quechua y cuya vida era netamente agrícola, porque sus habitantes trabajaban en el día en las muchas chacras que habían en kilómetros a la redonda. Los domingos se constituían a la Doctrina en la Iglesia de Santa Maria Magdalena, que los mismos indios se encargaron de construir como pago de los fuertes tributos que les asignaron, dirigidos por su curaca don Gonzalo Taulichusco, quien litigó en vano con el poder español para anular estos injustos impuestos. Don Gonzalo Taulichusco como primer curaca de la Magdalena, tenía la potestad de vestir a la española, montar a caballo y tener esclavos negros, lo que consta en su testamento, encontrado por el laborioso historiador Guillermo Lohmann Villena. Allí se indica que sus esclavos negros se llamaron Francisca y su hijo Francisquito, que pasaron a ser propiedad de su viuda doña Juana Gualca.
La continuidad del curacazgo de la Magdalena ha sido muy bien estudiada por el abogado e  historiador Fernando Flores-Zúñiga, quien pronto publicará un libro sobre estos personajes tras un estudio prolijo de testamentos y codicilos en el Archivo de la Nación del Perú.
Los indios del Pueblo de la Magdalena eran quechuahablantes y en las fiestas públicas de Lima se les conocían como los “indios Chirimías”, por su excelente dominio de la Chirimía, antigua gaita española, que bien valdría la pena recuperar como bien cultural representativo de  por lo menos doscientos años de vida del Pueblo de la Magdalena. En algunos museos españoles se encuentran ejemplares intactos de Chirimías y no faltará algún instrumentista que aun sepa tocarla. El uso de la chirimía por los indios de la Magdalena es una demostración de la aculturación forzada a la que se vieron obligados, y les dio un cierto prestigio artístico en la Lima Virreinal.
En los últimos 100 años del virreinato sabemos que se relajó un tanto la estricta legislación de la Reducción de Indios, como lo ha estudiado mi colega el Ingeniero Emilio Harth Terré, ya encontramos españoles y criollos comprándoles casas a los indios, tanto en la Reducción del Cercado (Por la Avenida Grau) como, en la Reducción de la Magdalena.

Y así se explica que fuera posible que la familia Pezuela comprara el Hospital de los Padres de San Juan de Dios, que convirtieron en su casa de campo y ahora es parte del Museo de Arqueología e Historia. De unos años antes es la casa de campo de la hacienda Orbea, que es el monumento mejor conservado de esa época, gracias al cuidado de la familia De La Puente, que la ocupa ininterrumpidamente por mas de 200 años, La Casa Orbea cuenta con bellos muebles y pinturas virreinales y una capillita que es una pequeña joya de esos tiempos.
La labor de conservación y defensa del Patrimonio de Pueblo Libre por parte del Patronato Cívico Cultural de Pueblo Libre, comenzó desde el mismo año de su fundación en 1990, por lo que en sus estatutos se habla explícitamente de la obligatoriedad de esta labor.
Así cuando se me encargó hacer el inventario del Patrimonio Histórico Cultural de Pueblo Libre, se hizo en cumplimiento de los Estatutos del Patronato (Artículo 6 inciso c) que habla de los objetivos del Patronato.
El Artículo 5 de los mismos estatutos, que constan en los Registros Públicos, nos obliga al Patronato a “Ejecutar y desarrollar en coordinación con los organismos pertinentes, la recuperación del Patrimonio Histórico Cultural del distrito de Pueblo Libre”. Por lo cual en el año 2002 establecimos contacto con la Fundación Getty, con sede en Los Ángeles, California, EEUU.

Institución privada que financiaba programas de restauración. Los encargados de la Fundación nos aclararon, que los inmuebles a restaurar tenían que ser de propiedad estatal o municipal y que no podían restaurar bienes privados. Siendo los 25 monumentos de la Zona Monumental inventariados en ese momento de propiedad privada, se vio frustrada la financiación.
Hace tres años hicimos contacto con la Pontificia Universidad Católica del Perú, que tenía un convenio con la Municipalidad de Pueblo Libre. Ellos se interesaron por nuestro Inventario. La Oficina de Proyección Social  de esta universidad comenzó, con la colaboración de las historiadoras Gilda Cogorno y Miriam Salas un estudio histórico de la Zona Monumental de Pueblo Libre. Con la ayuda de alumnos de Arquitectura, la profesora Arquitecta Adriana Scaletti, preparó la maqueta al detalle de la Zona Monumental vigente a esa fecha. Maqueta que ha sido ofrecida ser obsequiada a la Municipalidad de Pueblo Libre.
Este año retomamos contacto con la Universidad Católica a través de la Sra. Carmen Dawson, y en una productiva reunión conjunta con dos representantes de la Municipalidad de Pueblo Libre, la arquitecta Carmen Ojeda y la historiadora Lizeth Diaz, se ha tomado el acuerdo de retomar los planes de restauración de la Zona Monumental.
Ahora con nuevos límites, tal como se publicó hace unos días en el diario “El Peruano”. La idea es ubicar una casa que sirva de caso piloto para lo cual se buscará financiamiento internacional.

No se puede descartar de aplicar la Ley 28296 (del 22 de Julio del 2004) Ley de  la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación, que en su articulo 11 declara de necesidad pública la expropiación de los bienes integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación, que siendo de propiedad privada estén en peligro de perderse por abandono, negligencia o grave riesgo de destrucción o deterioro. Un candidato natural en este momento en Pueblo Libre para aplicar este artículo de la Ley, es la Casa León Gallese en la esquina de jirón Junín con La Mar. La ley le concede al propietario la posibilidad de salvarse de la expropiación, si llega a completar la restauración de la Casa por sus propios medios. Esta casa o alguna otra ya estudiada al detalle; como la casa de la señora Bertila Burga, podría ser la primera casa a restaurarse.
Siendo la Zona Monumental de Pueblo Libre una mezcla de arquitectura india, española y republicana, resulta un buen muestrario de la variedad cultural que caracteriza a nuestro país, así como de su intenso amalgamiento en una área reducida.

¡Contribuyamos a su recuperación!

Ing. Ramón Del Valle Cárdenas
Socio PACCPUL

Pueblo Libre 13 de Diciembre del 2008

8 de mayo de 2008

IMAGENES: Juramentación del Consejo Directivo de PACCPUL, periodo 2008 - 2010.


El Patronato Cívico Cultural de Pueblo Libre, renovó su Consejo Directivo para el periodo 2008-2010. Víctor Reyes Inca es el nuevo presidente del PACCPUL. Integran el Consejo Directivo los siguientes socios: Alfredo Sosa Rodríguez, Ramón del Valle Cárdenas, Juan Suárez Benavente, Alexander Gonzales Tuesta, Ricardo Gamboa Astudillo,Guillermo Lozada Podesta, Daniel Montesinos Abarca, Jesús López Jara y Sandra Carrillo Hoyos.





Juramentación del Consejo Directivo de PACCPUL, periodo 2008 - 2010.
en Jr. Valle Riestra 592, Pueblo Libre, Lima, Perú.




24 de mayo de 2007

RECUERDO: LAS VIDAS DE JULIO C TELLO. Revista Caretas mayo 2007

Explorador infatigable, el genial arqueólogo
aparece aquí junto a su monolito de Yanacacha, en Cajamarca.
Historia El emblemático arqueólogo cholo que se graduó en Harvard.

Las Vidas de Julio C. Tello

Bajó de Huarochirí, trabajó desde niño y, con la ayuda de Ricardo Palma, estudió Medicina en San Marcos, donde se graduó con una tesis que lo llevó a las universidades de Harvard y de Berlín. Al regresar se dedicó a desentrañar tumbas y culturas del Perú antiguo con la idea visionaria de un país integral surgido del diálogo entre la selva, las cumbres y el mar.
Publicado en Revista Caretas 
el 24 de mayo de 2007


Está probado que el presidente Augusto Bernardino Leguía hizo llorar al aqueólogo Julio C. Tello. Fue en 1929, cuando el mandón lo obligó a entregar varias momias de Paracas para una Exposición de Sevilla.
Tello tenía razón para dolerse: cuatro años antes, él había descubierto la necrópolis de Paracas. Jorge Basadre relata en La vida y la historia ese episodio, y subraya: Leguía “hizo brotar lágrimas en los ojos de mi eminente amigo”.
El historiador cuenta en esa página cómo, al llegar a Berlín en 1932, empezó a recorrer museos, muchos de ellos ricos en piezas arqueológicas peruanas. A uno, precisa, había llegado “caminando” una de las momias paraqueñas.
Ese recuerdo aflora en vísperas del 60° Aniversario de la muerte del padre de la arqueología peruana, muerte ocurrida el 3 de junio de 1947, y ahora que en la Casona de San Marcos se ha inaugurado una exposición que presenta a Tello no sólo como el asombroso, infatigable científico que fue, sino también como un ser humano rodeado de sus familiares, de sus discípulos, de sus objetos y siempre, siempre, con una sonrisa en los labios.
Un rasgo más: el maestro era, como César Vallejo, cantor de yaravíes. Se comprueba en el libro La música de los incas y sus supervivencias, de los esposos Raoul y Marguerite D’Harcourt.
Fue un triunfador este Julio César. Sobre todo si se considera cuán abajo había comenzado. Había nacido el 11 de abril de 1880 en Huarochirí, en la sierra de Lima. Su padre, don Julián Tello Rojas, era un hombre de importancia comarcana, pero que murió temprano. El joven Tello migró a Lima en 1893, a fin de empezar la instrucción secundaria. En esa época hasta llegó a trabajar como mayordomo. Su ánimo intrépido lo llevó a ingresar a la Universidad de San Marcos, en la que estudió Medicina y en la que se graduó de médico cirujano con una tesis que sorprendió a galenos e historiadores: “La antigüedad de la sífilis en el Perú”. Esa contribución le valió una beca para estudiar en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, en la que optó los títulos de Master of Arts en 1909 y Master of Anthropology en 1911.
Bueno es recordar que antes de graduarse de médico, Julio C. Tello fue favorecido por la generosidad de Ricardo Palma, el autor Tradiciones Peruanas. En la Facultad de Medicina, el futuro arqueólogo se había hecho amigo de Ricardo Palma, hijo del escritor. Fue así como Tello consiguió no sólo alojamiento, sino también empleo en la Biblioteca Nacional, cuyo director era Ricardo Palma, padre.
Tras sus estudios en Harvard, donde recibió clases de Franz Boas y Alex Hrdlicka, obtuvo una nueva beca que le permitió estudiar en el Seminario de Antropología de la Universidad de Berlín. En 1913 volvió al Perú.

Para estudios y becas, Tello fue apadrinado por el tradicionista Ricardo Palma.


Bastón en mano, recorrió caminos, suelos,
desiertos, cumbres y abismos de todo el Perú.

Arqueólogo y Fundador de Museos

No faltan quienes reprochan a Tello una suerte de leguiísmo opaco. Hay que decir que el sabio no se convirtió en opositor político del dictador del oncenio, pero tampoco fue complaciente frente a él. Sin duda decidió aprovechar el seudoindigenismo inicial de Leguía, el cual, en la onda de su demagogia, le prestó apoyo para su trabajo. En el libro citado, Basadre recuerda que la estructura de los museos de arqueología y de antropología fue transformada “gracias al dinamismo y el empuje de Julio C. Tello”.
El propio Museo de Arqueología y Antropología que tiene su sede en la casona sanmarquina del Parque Universitario fue organizado por Tello. Allí se exhiben en estos días, hasta el 31 de julio, instrumentos y fotos del maestro. Están su máquina de escribir, su escritorio, su catre de campaña, las fotos familiares. En ese Museo de la Casona hay piezas únicas, entre las que descuella el famoso manto blanco de Paracas.
Como se sabe, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ha publicado ya cuatro tomos de las obras de Tello. Este año aparece uno más, dedicado a Pachacámac.
Tello era un visionario y un apasionado. Sus excavaciones lo condujeron a ver el Perú prehispánico como una realidad diversa e integral. No se remitía él sólo a la cerámica o los restos materiales. Su examen abarcó fauna y flora, y el medio ambiente, que consideraba una “ventana de oportunidades” a la que asomaban la aventura y la voluntad del hombre.
Estudió civilizaciones marítimas como la de Paracas, puso de relieve el carácter único de nuestra geografía, y la respuesta a los desafíos de ese medio.

Con su esposa e hijas
Hay que recordar que Tello, junto con José Antonio Encinas, que eran entonces diputados, presentó un proyecto de “Constitución de San Marcos”, “de carácter radical” según Basadre, y que, a pesar de su aprobación en Diputados, fue sepultado en el olvido. Más tarde, en febrero de 1928, publicó en la revista Mercurio Peruano un notable trabajo sobre reforma de San Marcos, que lleva este subtítulo: “De la Universidad Profesional a la Universidad Científica”. Recuerda allí que la universidad colonial cumplió, como dijo Felipe Barreda y Laos, en conseguir “la sumisión política a la Monarquía, y la sumisión religiosa a la Iglesia”. Ramón Castilla abrió paso, en 1855, a la universidad profesional, lo cual, a juicio de Tello, no es suficiente. Su trabajo aplica escalpelo crítico a la Universidad que tanto amó y propone reformas que, 80 años después, resultan urgentes.