El Patronato Cívico Cultural de Pueblo Libre - PACCPUL, es una asociación civil sin fines de lucro, fundada el 30 de noviembre de 1990, con la finalidad de difundir, proteger, valorar el patrimonio cultural material e inmaterial en el distrito de Pueblo Libre, Lima-Perú. Inscrito en los Registros Públicos, Asiento 1, SUNARP Partida N° 01918362, Ficha 15862 del 14.01.94, SUNAT RUC N° 20184637767.

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8 de diciembre de 2020

CXCVI ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO. Por General de División ( R ) Edwin BALUARTE GUEVARA

 

 

Centésimo Nonagésimo Sexto Aniversario de la Batalla De Ayacucho

Por: General de División (R) Edwin BALUARTE GUEVARA

Este miércoles 9 de diciembre la nación peruana celebrará en todo el ámbito de nuestro territorio el centésimo nonagésimo sexto aniversario de la batalla de Ayacucho. Hito memorable de nuestra historia republicana, que, por su importancia, trascendencia histórica y el rol cumplido durante la campaña libertadora, fue establecido como día del ejército del Perú.

La campaña libertadora en nuestra patria fue una lucha titánica de larga data, que atravesó etapas de nuestra historia y que se fue gestando una vez conocida las verdaderas intenciones de los conquistadores. Las causas: la injusticia, los abusos, expoliaciones, explotación de los metales oro, plata, mercurio, llevados a Europa en casi trescientos años de ocupación.

Las batallas decisivas para la libertad e independencia de nuestra patria, sin lugar a duda fueron Junín y Ayacucho. La primera en agosto y la segunda en diciembre de 1824, y se consolidó cuarenta y dos años después en el combate del 2 de mayo de 1866, en la célebre victoria alcanzada por nuestro pueblo y sus fuerzas armadas frente a la poderosa flota española en el callao.

La libertad obtenida por el sacrificio de quienes combatieron con patriotismo, sacrificando su propia vida, no se realizó de la noche a la mañana, ni fue un momento de inspiración, ni un rapto de iniciativa. Fue el resultado de años de maduración, preparación, experiencia y de luchas muy desventajosas.

Meses previos a la batalla decisiva en diciembre de 1824, el 6 de agosto de ese año, sables y lanzas en ristre chocaron brutalmente en la pampa de Junín, los cuerpos despedazados, ensangrentados y atravesados de ambos contendientes quedaron regados en los suelos del campo de batalla.

La inicial victoria realista se transformó en derrota y victoria patriota, gracias al coraje del “Regimiento Húsares del Perú” al mando de Isidoro Suárez y la destacada acción del sargento mayor Andrés Razuri.

El general Canterac derrotado en Junín, escapaba, fugaba en dirección a jauja y luego cruzó el puente Izcuchaca, la dinamitó para impedir la persecución patriota, llegó al río Apurímac, atravesó los puentes y los dinamitó, aquí recibe refuerzos y finalmente llega a Ayacucho.

Canterac estaba desesperado, no podía cumplir su misión, a su paso abandonaba armamento, munición, desertores fusilados y heridos a su suerte.

En cambio, las fuerzas patriotas, marchaban perfectamente organizadas en escalones, siguiendo las huellas de los españoles, a su paso recogían el parque militar que los ibéricos habían dejado abandonado.

En Jauja se reorganizó el ejército, Miller se hizo cargo de la caballería, en esta ciudad esperaban los batallones Zulia y Guía, al mando del coronel Francisco de Paula Otero jefe de las guerrillas.

Simón bolívar llega a la provincia de Aymares-Apurímac y decide entregar el mando al general Antonio José de Sucre, las fuerzas patriotas sumaban aproximadamente 6,000 hombres. Se estimaba que la serna podría reunir 15,000 hombres.

La pampa de la Quinua, terreno de suave pendiente desde el cerro Condorcunca hasta el borde de la propia pampa, rodeada de varias quebradas.

Amanecer del 9 de diciembre, el sol se abre paso sobre la montaña, bajo el cielo azul huantino.

Los patriotas escuchan atentamente la voz metálica del general Antonio José de Sucre, este con la emoción en el rostro, de cara a sus adversarios, eleva la voz y exclama su arenga, muchas, pero muchas veces repetida hasta hoy: ¡soldados! ¡de los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur! ¡otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia!

En medio del fragor del combate, de la embestida española a la división la mar. El general José María Córdova desmonta de su cabalgadura, coloca su sombrero de dos picos en la punta de su espada para que lo vean, y lanza su arenga de combate que ha permanecido inamovible, inalterable, desde entonces en el imaginario patriótico: ¡soldados! ¡armas a discreción! ¡paso de vencedores! 

Nuestras fuerzas lucharon tenazmente, convencidas que la libertad e independencia tenían un precio muy alto y que este sería fruto de una victoria en el campo del honor.

El parte oficial habla de 1800 cadáveres y 700 heridos resultado final.

Los directores de la guerra firmaron en la pampa de la Quinua la famosa capitulación de Ayacucho.

El día del ejército del Perú fue instaurado durante el gobierno del presidente augusto b. Leguía el 18 de setiembre de 1928 mediante resolución suprema. Recordemos que, como institución regular, el ejército fue creado por decreto del generalísimo José de San Martín expedido el 18 de agosto de 1821.

También vivimos una etapa negra, la guerra del pacífico 1879-1883. Periodo de triste recordación, en que la improvisación de los gobiernos, la corrupción, el despilfarro de los dineros del estado y la falta de previsión, facilitaron nuestra derrota ante nuestro enemigo del sur. Perdimos esa guerra por falta de una visión estratégica de los gobernantes de aquellos años. El Perú sucumbió ante un enemigo, que se preparó con muchos años de anticipación y que recibió apoyo de Inglaterra.

Posteriormente, el ejército participó en la campaña militar contra Colombia en 1933, contra ecuador en 1941. Fueron actos valerosos enmarcados en la defensa de nuestra soberanía e integridad territorial.

Luego vendrían las operaciones militares de la cordillera del cóndor en 1981, que ratificó la validez del protocolo de río de Janeiro, y el Alto Cenepa en 1995.

Durante el proceso de pacificación nacional, en el marco de la estrategia contrasubversiva gubernamental, se priorizó y obtuvo la adhesión de la población y se unificó las labores de inteligencia. En base a un trabajo coordinado con los otros institutos de las FFAA, la PNP y los comités de autodefensa, se logró la derrota de las organizaciones subversivas SL-MRTA, que hoy nuevamente vienen tiñendo con sangre de policías y soldados valerosos el VRAEM.

Han transcurrido ciento noventa y seis años de aquella jornada patriótica, Ayacucho sigue siendo la estela que ilumina el accionar de los hombres del ejército, el ejemplo para las generaciones venideras, que hoy continúan con esa responsabilidad enfrentando a los enemigos de nuestra patria.

Ayer se luchó para poner fin a la dominación española de tres siglos en nuestras tierras, consolidar nuestras fronteras y lograr la pacificación nacional. Hoy los retos son más grandes, obedecen a una serie de amenazas que se ciernen sobre nuestra patria como: el terrorismo, la delincuencia organizada transnacional, el TID, la corrupción, el lavado de activos, la pobreza extrema y la exclusión social. Los desastres naturales, el deterioro del medio ambiente y la pandemia.

¡Señores!

Acorde con el nuevo siglo, nuestra institución tiene nuevos retos, como lo expresa su visión: “ejército disuasivo, reconocido, respetado e integrado a la sociedad”. Proyección internacional. Apoyo al desarrollo nacional. Reforma administrativa con tecnología y modernización de sistemas.

Para el cumplimiento de su misión constitucional y de todas las tareas asignadas se requiere de unas FFAA con institucionalidad fuerte y dinámica basada en criterios de sostenibilidad, flexibilidad y adaptabilidad, con capacidad de respuesta para todos los escenarios. Para este fin requieren desarrollar un proceso de transformación encaminado a disponer de una organización estructurada con unidades dedicadas al cumplimento de su misión constitucional; razón de ser de las FFAA y de unidades con entrenamiento, equipamiento y respaldo legal adecuado para cumplir tareas diferentes a la guerra o no propiamente militares.

En tiempos difíciles, solicitamos protección a dios y a las fuerzas armadas y posterior a ello nos olvidamos de dios y metemos presos a los miembros de las fuerzas armadas.

Estos cambios requieren definiciones en la política de defensa que orienten los esfuerzos a desarrollar la fuerza para que las FFAA mantengan su capacidad disuasiva y aseguren su presencia, despliegue y movilidad estratégica en todo el territorio para cumplir con las tareas diferentes a la guerra asignadas (lucha contra el narcotráfico. La minería ilegal, lucha contra la pandemia y el apoyo en la gestión de desastres).

También, se presenta la necesidad de intensificar la instrucción y el entrenamiento conjunto como modernizar el sistema educativo militar para formar líderes con una preparación profesional acorde a las estrategias e imposiciones de la guerra moderna, con capacidad de desarrollar su iniciativa y autoridad para poder decidir y resolver con oportunidad, responsabilidad e independencia.

Muchas gracias.