Centésimo Nonagésimo
Sexto Aniversario de la Batalla De Ayacucho
Por: General de División (R) Edwin BALUARTE GUEVARA
Este miércoles 9 de
diciembre la nación peruana celebrará en todo el ámbito de nuestro territorio
el centésimo nonagésimo sexto aniversario de la batalla de Ayacucho. Hito
memorable de nuestra historia republicana, que, por su importancia,
trascendencia histórica y el rol cumplido durante la campaña libertadora, fue
establecido como día del ejército del Perú.
La campaña libertadora
en nuestra patria fue una lucha titánica de larga data, que atravesó etapas de
nuestra historia y que se fue gestando una vez conocida las verdaderas
intenciones de los conquistadores. Las causas: la injusticia, los abusos, expoliaciones,
explotación de los metales oro, plata, mercurio, llevados a Europa en casi
trescientos años de ocupación.
Las batallas decisivas
para la libertad e independencia de nuestra patria, sin lugar a duda fueron Junín
y Ayacucho. La primera en agosto y la segunda en diciembre de 1824, y se
consolidó cuarenta y dos años después en el combate del 2 de mayo de 1866, en
la célebre victoria alcanzada por nuestro pueblo y sus fuerzas armadas frente a
la poderosa flota española en el callao.
La libertad obtenida
por el sacrificio de quienes combatieron con patriotismo, sacrificando su
propia vida, no se realizó de la noche a la mañana, ni fue un momento de
inspiración, ni un rapto de iniciativa. Fue el resultado de años de maduración,
preparación, experiencia y de luchas muy desventajosas.
Meses previos a la
batalla decisiva en diciembre de 1824, el 6 de agosto de ese año, sables y
lanzas en ristre chocaron brutalmente en la pampa de Junín, los cuerpos
despedazados, ensangrentados y atravesados de ambos contendientes quedaron
regados en los suelos del campo de batalla.
La inicial victoria
realista se transformó en derrota y victoria patriota, gracias al coraje del “Regimiento
Húsares del Perú” al mando de Isidoro Suárez y la destacada acción del sargento
mayor Andrés Razuri.
El general Canterac derrotado
en Junín, escapaba, fugaba en dirección a jauja y luego cruzó el puente Izcuchaca,
la dinamitó para impedir la persecución patriota, llegó al río Apurímac,
atravesó los puentes y los dinamitó, aquí recibe refuerzos y finalmente llega a
Ayacucho.
Canterac estaba
desesperado, no podía cumplir su misión, a su paso abandonaba armamento,
munición, desertores fusilados y heridos a su suerte.
En cambio, las fuerzas
patriotas, marchaban perfectamente organizadas en escalones, siguiendo las
huellas de los españoles, a su paso recogían el parque militar que los ibéricos
habían dejado abandonado.
En Jauja se reorganizó
el ejército, Miller se hizo cargo de la caballería, en esta ciudad esperaban
los batallones Zulia y Guía, al mando del coronel Francisco de Paula Otero jefe
de las guerrillas.
Simón bolívar llega a
la provincia de Aymares-Apurímac y decide entregar el mando al general Antonio
José de Sucre, las fuerzas patriotas sumaban aproximadamente 6,000 hombres. Se
estimaba que la serna podría reunir 15,000 hombres.
La pampa de la Quinua,
terreno de suave pendiente desde el cerro Condorcunca hasta el borde de la
propia pampa, rodeada de varias quebradas.
Amanecer del 9 de
diciembre, el sol se abre paso sobre la montaña, bajo el cielo azul huantino.
Los patriotas escuchan
atentamente la voz metálica del general Antonio José de Sucre, este con la
emoción en el rostro, de cara a sus adversarios, eleva la voz y exclama su
arenga, muchas, pero muchas veces repetida hasta hoy: ¡soldados! ¡de los
esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur! ¡otro día de gloria va
a coronar vuestra admirable constancia!
En medio del fragor
del combate, de la embestida española a la división la mar. El general José
María Córdova desmonta de su cabalgadura, coloca su sombrero de dos picos en la
punta de su espada para que lo vean, y lanza su arenga de combate que ha
permanecido inamovible, inalterable, desde entonces en el imaginario
patriótico: ¡soldados! ¡armas a discreción! ¡paso de vencedores!
Nuestras fuerzas
lucharon tenazmente, convencidas que la libertad e independencia tenían un
precio muy alto y que este sería fruto de una victoria en el campo del honor.
El parte oficial habla
de 1800 cadáveres y 700 heridos resultado final.
Los directores de la
guerra firmaron en la pampa de la Quinua la famosa capitulación de Ayacucho.
El día del ejército
del Perú fue instaurado durante el gobierno del presidente augusto b. Leguía el
18 de setiembre de 1928 mediante resolución suprema. Recordemos que, como
institución regular, el ejército fue creado por decreto del generalísimo José de
San Martín expedido el 18 de agosto de 1821.
También vivimos una
etapa negra, la guerra del pacífico 1879-1883. Periodo de triste recordación,
en que la improvisación de los gobiernos, la corrupción, el despilfarro de los
dineros del estado y la falta de previsión, facilitaron nuestra derrota ante
nuestro enemigo del sur. Perdimos esa guerra por falta de una visión
estratégica de los gobernantes de aquellos años. El Perú sucumbió ante un
enemigo, que se preparó con muchos años de anticipación y que recibió apoyo de Inglaterra.
Posteriormente, el
ejército participó en la campaña militar contra Colombia en 1933, contra
ecuador en 1941. Fueron actos valerosos enmarcados en la defensa de nuestra
soberanía e integridad territorial.
Luego vendrían las
operaciones militares de la cordillera del cóndor en 1981, que ratificó la
validez del protocolo de río de Janeiro, y el Alto Cenepa en 1995.
Durante el proceso de
pacificación nacional, en el marco de la estrategia contrasubversiva
gubernamental, se priorizó y obtuvo la adhesión de la población y se unificó
las labores de inteligencia. En base a un trabajo coordinado con los otros
institutos de las FFAA, la PNP y los comités de autodefensa, se logró la
derrota de las organizaciones subversivas SL-MRTA, que hoy nuevamente vienen
tiñendo con sangre de policías y soldados valerosos el VRAEM.
Han transcurrido
ciento noventa y seis años de aquella jornada patriótica, Ayacucho sigue siendo
la estela que ilumina el accionar de los hombres del ejército, el ejemplo para
las generaciones venideras, que hoy continúan con esa responsabilidad
enfrentando a los enemigos de nuestra patria.
Ayer se luchó para
poner fin a la dominación española de tres siglos en nuestras tierras,
consolidar nuestras fronteras y lograr la pacificación nacional. Hoy los retos
son más grandes, obedecen a una serie de amenazas que se ciernen sobre nuestra patria
como: el terrorismo, la delincuencia organizada transnacional, el TID, la
corrupción, el lavado de activos, la pobreza extrema y la exclusión social. Los
desastres naturales, el deterioro del medio ambiente y la pandemia.
¡Señores!
Acorde con el nuevo siglo,
nuestra institución tiene nuevos retos, como lo expresa su visión: “ejército
disuasivo, reconocido, respetado e integrado a la sociedad”. Proyección
internacional. Apoyo al desarrollo nacional. Reforma administrativa con
tecnología y modernización de sistemas.
Para el cumplimiento
de su misión constitucional y de todas las tareas asignadas se requiere de unas
FFAA con institucionalidad fuerte y dinámica basada en criterios de
sostenibilidad, flexibilidad y adaptabilidad, con capacidad de respuesta para
todos los escenarios. Para este fin requieren desarrollar un proceso de
transformación encaminado a disponer de una organización estructurada con
unidades dedicadas al cumplimento de su misión constitucional; razón de ser de
las FFAA y de unidades con entrenamiento, equipamiento y respaldo legal
adecuado para cumplir tareas diferentes a la guerra o no propiamente
militares.
En tiempos difíciles,
solicitamos protección a dios y a las fuerzas armadas y posterior a ello nos
olvidamos de dios y metemos presos a los miembros de las fuerzas armadas.
Estos cambios
requieren definiciones en la política de defensa que orienten los esfuerzos a
desarrollar la fuerza para que las FFAA mantengan su capacidad disuasiva y
aseguren su presencia, despliegue y movilidad estratégica en todo el territorio
para cumplir con las tareas diferentes a la guerra asignadas (lucha contra el
narcotráfico. La minería ilegal, lucha contra la pandemia y el apoyo en la
gestión de desastres).
También, se presenta
la necesidad de intensificar la instrucción y el entrenamiento conjunto como
modernizar el sistema educativo militar para formar líderes con una preparación
profesional acorde a las estrategias e imposiciones de la guerra moderna, con
capacidad de desarrollar su iniciativa y autoridad para poder decidir y
resolver con oportunidad, responsabilidad e independencia.
Muchas gracias.