El 30 de octubre de 1820, llega a la Bahía de Ancón, ubicada entre Lima y Chancay; la Escuadra Libertadora procedente de Paracas, después de dejar algunos buques bloqueando el puerto del Callao.
Habían sucedido muchísimos acontecimientos libertarios desde que los españoles llegaron a nuestro territorio, que con el tiempo fueron tomando cada vez más cuerpo. En los últimos 40 años se habían producido los intentos revolucionarios de Túpac Amaru, Aguilar y Ubalde, Francisco de Zela, Crespo y Castillo, Paillardelli, los Angulo y Pumacahua y otros más.
Las Provincias Unidas del Río de la Plata y la Capitanía de Chile, habían logrado su libertad. Sólo faltaba vencer al poder enemigo realista en el Perú y hacia acá se encaminaron todos los esfuerzos. Los Presidentes Juan Martín de Pueyrredón de Argentina y Bernardo O’Higgins de Chile, habían empeñado hasta sus últimos recursos, pues sabían que, sin derrotar a los realistas en nuestra patria, sus independencias peligraban.
El pueblo peruano estaba ya decidido por su independencia cuando San Martín llegó a nuestras costas, y la prueba de ello fue la proclamación de la independencia de Ica, Huamanga, Huancayo, Jauja, Tarma y Huánuco, conforme las tropas al mando de Alvarez de Arenales empezaron a recorrer la sierra central; o las declaraciones de Libertad de Lambayeque, Trujillo, Piura, Tumbes y otras ciudades, en cuanto San Martín se instaló en Huaura.
La población de Lima y Callao espectó incrédula la presencia de la escuadra libertadora entre a la bahía del Callao y la isla San Lorenzo; su alegría no tuvo límites, y los españoles quedaron totalmente desconcertados, pues no daban crédito a lo que veían.
Decididamente, los pueblos de América y en particular los peruanos, habían pasado desde ese momento de la defensiva a la ofensiva.
Fue el día 29 de octubre que se produjo tan extraordinario acontecimiento y de inmediato el consejo de comandantes acordó que el almirante Cochrane a bordo de la fragata “O’Higgins” quedara bloqueando nuestro primer puerto, acompañada de las fragatas “Independencia” y “Lautaro”, haciendo ostentación de poderío, hostilizando a las embarcaciones realistas. El grueso de la escuadra, constituida por el navío “San Martín” y todos los demás buques de guerra, transportes y embarcaciones pequeñas se dieron a la vela el día 30 con dirección a Ancón. Antes de separarse el General en Jefe y el Vicealmirante de la escuadra, acordaron la ejecución de un proyecto memorable, capaz de sorprender a la misma intrepidez y de convertir a la expedición libertadora del Perú en un hecho inédito en los anales de las marinas del mundo.
Desde su campamento de Aznapuquio -ubicado en el actual distrito de Los Olivos-, el comando realista observaba con estupor los 8 navíos de guerra en posición de combate y detrás de ellos 17 buques de transporte con sus soldados alineados en uniforme de gala. Dentro de las murallas de la ciudad de los Reyes, los conspiradores limeños daban por hecho su triunfo y hacían planes dirigidos por don José de la Riva Agüero, quien firmada como Marcos Neira que era su seudónimo.
La expedición llegó a esta bahía anclando a las 4 de la tarde del día 30 de octubre de 1820. Al entrar a la bahía encontraron un bergantín hispano escondido para burlar el bloqueo del Callao, el que fue apresado.
Desde el día 31 se trabajó intensamente en la escuadra que bloqueaba el Callao, preparándose para la gran empresa de abordar la fragata “Esmeralda” bajo los fuegos de las fortalezas del Callao, para incorporarla a las fuerzas navales patriotas.
Ancón era en ese entonces una hermosa bahía desierta, con algunas cabañas, donde rara vez se acercaba alguna embarcación debido principalmente a la carencia de agua potable; sin embargo, era conocida por los patriotas por haber sido utilizada para dejar mensajes escritos, que eran recogidos furtivamente en la noche por los patriotas limeños o los que venían como correo de Chile y otros lugares del territorio peruano.
Ese mismo día, a las 5 de la tarde, llegó la “O’Higgins” con Cochrane y otros buques, para conferenciar con San Martín acerca de la captura de la “Esmeralda”. El día 3 de noviembre muy temprano, retornó la escuadra al Callao, mientras un grueso contingente de caballería proveniente de Aznapuquio avanzó resueltamente sobre Ancón, lo que obligó a replegarse a los vigías patriotas, pero retirándose los realistas a eso de las diez de la mañana, por el fuego que les hizo la Moctezuma.
A las dos de la tarde, fueron desembarcados 240 hombres de los cuales 40 a caballo, a órdenes de los capitanes Crespo, Manuel Isidoro Suárez y Federico Brandsen (francés), que se dirigieron a Chancay distante a 5 leguas al norte, poniéndose a órdenes del patriota peruano sargento mayor Don Andrés Reyes, propietario chancayano que se encargó de recolectar caballos, ganado y víveres, con la colaboración de su pariente Lorenzo Buitrón y otros, para conducirlos a Supe y esperar la llegada del Ejército Libertador.
El día 4 la “Montezuma” se hizo a la vela en dirección al norte, cuando a eso de las 11 horas avistó las velas de la goleta Alcance. En ella llegaban Miguel de Letamendi y José María de Villamil y Joli, procedente de Guayaquil, con la noticia que esta ciudad había proclamado su independencia el 9 de octubre, estableciéndose una Junta Gubernativa, la misma que fue presidida por el teniente coronel arequipeño Gregorio Escobedo. Esta noticia motivó que la “Montezuma” lanzara una salva de 21 cañonazos que concitó la curiosidad de todos y luego la algarabía general, repitiéndose las salvas en todos los buques y dando lugar a una comida de gala en la nave capitana “San Martín”.
Los guayaquileños traían, como prisionero, al general español don José Pascual de Vivero y Olavarría, Gobernador de Guayaquil; que se quedó para siempre en el Perú. La Junta que ejercía el Poder Ejecutivo creada en el Primer Congreso Peruano, lo incorporó y en 1823 se le encomendó la Comandancia General de Marina, en la que quiso servir de Capitán de Navío para no despertar como él mismo decía, censura y rivalidades por ser español.
El día 6, el bergantín “Araucano” al mando de don Guillermo Cater se aproximó a la “San Martín” lanzando una salva de 21 cañonazos. Era que esa madrugada Cochrane, acompañado de sus capitanes Forster, Guise y sus bravos soldados de marina de las fragatas “O’Higgins”, “Independencia” y “Lautaro”; quienes, al mando de 160 hombres en 14 botes, habían capturado por abordaje la fragata “Esmeralda” armada con 44 cañones. Al conocerse la noticia, todos los buques la saludaron con salvas de artillería y se empavesaron todas las embarcaciones.
El día 7 el general San Martín partió para el Callao a felicitar personalmente a Cochrane, retornando el día 8 a Ancón junto con el resto de la escuadra, incluida la “Esmeralda” que en adelante fue rebautizada con el nombre de “Valdivia”, la que llevó a los 28 patriotas prisioneros rescatados del Real Felipe, que fueron canjeados el día 7 por igual número de españoles capturados en la “Esmeralda” y en Guayaquil.
El día 9 el general San Martín despidió a la goleta “Alcance” con dirección a Guayaquil y dio la orden de prepararse para zarpar, lo que se produjo a las 4 de la tarde, viajando hacia el norte toda la noche y amaneciendo frente al puerto de Huacho.
La bahía de Ancón había sido muda testigo de diez días intensos que fueron coronados por acontecimientos de gran importancia.
Tales son en síntesis los hechos ocurridos hace 200 años, que rememoramos en la bahía de Ancón, que sirvió de preámbulo para la campaña final por la libertad de nuestra patria. Ancón nunca olvidó al gran Libertador y finalmente terminó por hacer modelar su legendaria figura en julio de 1946, en una efigie de arte moderno y simbólica.
Ing. CIP Alcibiades Salazar Saenz
Past Presidente Honorario Vitalicio del Instituto Sanmartiniano del Perú
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