Julio C. Tello en la conmemoración por los 75 años de su fallecimiento.
Por Mariana Mould de Pease
Agradezco al Patronato Cívico Cultural de Pueblo Libre su compromiso con la preservación del legado arqueológico y museográfico del doctor Julio César Tello Rojas en su distrito.
El “padre de la arqueología peruana” nació en un hogar quechuablante de la provincia de Huarochirí situada en la sierra del departamento de Lima, como se denominaba en 1880 y murió en Lima el 3 de junio de 1947 en la entonces llamada Clínica Lozada, situada en San Isidro. Desde su temprana edad Tello destacó por su vivacidad e interés en hurgar en las tumbas prehispánicas que había en su entorno familiar quechuahablante por lo que fue apodado Shabuko dada su valentía para manipular y estudiar los restos humanos así como las ofrendas religiosas de sus antepasados prehispánicos con el propósito de incorporar a la identidad peruana nuestro pasado prehispánico. Este permanente interés en la cultura y los cementerios de los gentiles que la población de su localidad preservaba con reverencial respeto hizo que a los trece años su padre lo trajera a Lima para estudiar. Así quedó bajo la tutela de su tía paterna María Tello quien trabajaba para la familia del presidente José Pardo Barrera. El adolescente Tello fue hospedado en una pensión situada en los Barrios Altos próxima a las viviendas de la familia Pardo Heeren, lamentablemente por la repentina muerte de su padre cuando iniciaba el cuarto año de secundaria en marzo de 1895 pasó por la merma de los ingresos familiares que hizo que tuviera que realizar tareas domésticas para costear su alojamiento. Tello no se amilanó por estas aciagas circunstancias para costearse su manutención aunque –quizá- ello retrasó algo sus estudios universitarios.
Cuando Tello era alumno en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos -como paso previo a ingresar a la Facultad de Medicina de San Fernando- conoció a Clemente Palma hijo de don Ricardo Palma quien le consiguió un trabajo en la Biblioteca Nacional que incluía el alojamiento porque el tradicionalista de inmediato comprendió la valía de este joven de marcados rasgos andinos que estaba orgulloso que su origen proviniera del Perú autóctono. La estadía de Tello en la Biblioteca Nacional lo enriqueció intelectualmente al tener libre acceso a uno de los fondos documentales más importantes de nuestro país.
Esta relación del joven médico que estudiaba la sífilis en los restos de los antiguos peruanos y peruanas para graduarse de bachiller en 1909 con don Ricardo y su familia cuyas “tradiciones” destacan por ser representativas de la vida y cultura hispánica limeña. Este aspecto del legado de Tello, a mi entender, todavía no ha sido debidamente estudiada. La bien documentada y sustentada tesis para optar el bachillerato en ciencias de Tello sobre una enfermedad vergonzante como es la sífilis que los conquistadores que tuvieron relaciones sexuales con mujeres andinas y que a su regreso a España esparcieron por Europa le otorgó también un serio prestigio científico internacional que sus compatriotas debemos valorar.
La cercana amistad humanista entre el joven indigenista Julio C. Tello con altos estudios universitarios y el ya maduro hispanista autodidacta Ricardo Palma en el siglo XX me lleva a proponer que sus respectivas contribuciones sean estudiadas con criterios interdisciplinarios en el siglo XXI porque creo que pueden aportar a un mejor entendimiento de lo que llamamos eufemísticamente la identidad nacional, en estos tiempos del Bicentenario.
Además, creo pertinente destacar hoy en Pueblo Libre que estamos donde Tello instaló su principal centro de investigaciones ante la clausura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos entre 1931 hasta 1935 por decreto presidencial debido la agitación política que se vivía en sus claustros académicos. Por ello, en el archivo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú se preservan cartas, informes administrativos, así como científicos de Tello. Entre estos documentos destacan los pertinentes a la propiedad de Machupicchu como parte de la documentación generada por él como director de investigaciones arqueológicas en el valle del Urubamba y su entorno financiadas por Axel Wenner Gren por entonces uno de los hombres más ricos del mundo por su invento de la aspiradora para uso doméstico -Electrolux- y un apasionado por la entonces naciente antropología. Esas directivas de Tello incluyeron que el artista Luis Ccosi Salas hiciera la maqueta de esta llacta inca siguiendo su minucioso informe luego de una estadía de cuatro meses de 1941 en las ruinas de Machu Picchu, en base a un levantamiento completo de información con cientos de dibujos, planos, dimensiones de cada muro, portadas, ventanas, etc. Aún cuando Axel Wenner Gree dejó de financiar este proyecto Ccosi Salas desde entonces trabajó con Tello hasta la muerte del padre de la arqueología peruana en 1947 y casi sin recursos económicos logró hacer la imponente maqueta de 10m de largo por 4m de ancho y más de 3m de alto que exhibe en el Museo Nacional de Arqueología Antropología e Historia del Perú de Pueblo Libre desde 1953.
Hoy también debo recordar que en su archivo se conservan los documentos generados por otras de las investigaciones arqueológicas de Tello entre las que destacan especialmente las efectuadas en Paracas que llevó a cabo con su discípulo Julio Espejo Nuñez quién como funcionario de este museo ha dejado aquí unos bien organizados legajos con sus recortes periodísticos sobre la obra de su maestro. Algo de este acervo documental ya se puede consultar por internet.
Recordemos también hoy que el periplo de Tello por universidades y centros de investigación europeos, así como estadounidenses financiados por una beca del gobierno civilista de José Pardo Barreda 1904 -1908 lo había hecho tomar conciencia de la urgencia y necesidad de formalizar la propiedad de los bienes culturales muebles e inmuebles peruanos. Por ello, ingresó a la política como diputado por Huarochirí entre 1917 y 1929 por las filas del Partido Nacional Democrático de José de la Riva Agüero, recibiendo pleno apoyo electoral de sus paisanos. Desde la Cámara de Diputados participó en la redacción de la ley 6634 que luego fue promulgada por Leguía el 13 de junio de 1929 y reglamentada de inmediato que todavía es aludida como la ley de Tello, aunque él no participó en su versión final ni en su reglamentación. Esta norma legal estuvo vigente hasta 1986. Los aportes a la preservación del patrimonio arqueológicos de esta norma legal fueron importantes. Ahora solo voy a resaltar su artículo 5 que dice así: “Si los inmuebles a que se refieren los artículos precedentes estuviesen situados en terrenos de propiedad particular, podrá el Estado expropiar dichos terrenos con arreglo a la ley en extensión superficial que baste para su conservación y las exploraciones científicas que se presten.” Lamentablemente su no vigencia está permitiendo las invasiones con fines inmobiliarios lucrativos a las zonas arqueológicas como debemos verificar en Internet porque ya muy poca prensa impresa informa al respecto.
Concluyo diciendo que Fernando Padilla Deza desde la Pontificia Universidad Católica del Perú escribió y puso en Internet en el 2006 que Julio César Tello Rojas produjo un total de 22 proyectos de ley, entre 1917 y 1924, año en el que decide alejarse del Congreso decepcionado de su funcionamiento, cumpliendo su labor solo como consultor de sus proyectos anteriores por la protección de monumentos arqueológicos y fomento de un centro de investigación especializada, que versa sobre la propiedad nacional de las construcciones y especies históricas (precoloniales, coloniales y republicanas), en una suerte de continuum, que desde ya delata su idealista visión de la nación peruana dado que Tello apelaba a promover el mecenazgo peruano para comprar bienes arqueológicos muebles que estaba en manos de coleccionistas privados y que él consideraba debían estar en el Museo de Arqueología y Antropología que había creado después de la reapertura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Concluyo recordando que hasta el final de sus días Tello confió en que nuestro país podía preservar su patrimonio arqueológico como se puede comprobar en su testamento cuando le dice al notario Dr. Elías Mujica Álvarez Calderón en la cláusula novena de su testamento que: Declaro que no me ha sido posible dar término a distintos estudios iniciados sobre el pasado de la población aborigen del Perú. Sin embargo, abrigo la esperanza de que, bajo los auspicios de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ellos serán proseguidos y publicados. Estoy seguro de que siempre será factible encontrar los medios necesarios para realizar una obra llamada a enaltecer a nuestra nacionalidad. Por mi Parte, además del apoyo del Estado y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, conté con el concurso generoso de varias instituciones y personas individuales. particularmente de la Universidad de Harvard, que me acogió en sus aulas y me estimuló en mis trabajos; del Señor Nelson Rockefeller que financió una de mis expediciones: del Señor Germán Luna Iglesias que donó un inmueble para el Instituto de Estudios Antropológicos; y muchas otras que, en distintas formas me alentaron a persistir en mi empeño de investigar el contenido y manifestaciones de nuestros viajes civilizaciones autóctonas.
Este testamento fue registrado a foja 257 del tomo 3 del Registro de Testamentos.- Lima, 31 de Mayo de 1947 y está en HISTORICA Vol. VII. Núm. 1. Julio de 1983 Lima bajo la dirección de Franklin Pease G.Y. y publicado por el Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú.